LA MEDIDA DEL TIEMPO

Despacito y buena letra —decía mi abuela—.

No por mucho correr se llega antes. Todo tiene su espacio, su tiempo y su lugar. De nada sirve querer acelerar en el intervalo y, es poco lo que puede hacerse al respecto.

Hay en esta época como una especie de urgencia por llegar el primero a casi todo, saltándose la importancia de cada paso, ignorando que la diversión está en la lucha y no en la meta. Vivimos en continua precipitación sin darnos cuenta apenas de lo que va a nuestro lado.

Nunca he tenido prisa —por nada— es algo que me reprochan en ocasiones algunos amigos animándome a pisar el acelerador. A mí no me funciona; sé que todo lo que ha de llegar lo hace sin ser llamado y, que de ciertas correcciones se encarga el Universo al cual es del todo imposible sobornar.  








Si la unidad de tiempo es el segundo, imaginad la relatividad de hechos simultáneos que se pueden dar en ese espacio. Multiplicando los mismos por horas, días, años, se crea una sinergia perfecta. A veces uno y uno hacen tres.

Sin prisa…sin pausa, disfrutando del camino.

 

 

«Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad que olvidamos lo único importante: vivir»

—R. Stevenson—






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