MUJERES DE VUELTA Y MEDIA

Por la senda impracticable de esa metrópoli que se derretía al son de un asesinato, redondeando un círculo vicioso que había creado la existencia de seres habituados al olvido. En esa maraña de calles infranqueables y asfalto derretido, había un tono decadente, lánguido, conductor de vidas paralelas que no se reconocían en el choque. Otra mañana más, una cualquiera, apareció como salido de la nada, torneando la zona paralela de un escenario rocambolesco, una sombra amenazadora, adquiriendo forma de pájaro, sobrevolando el escenario de muerte y desolación que se había creado de forma aleatoria entre idas y venidas de personajes indefinidos, escondidos, protegidos por un silencio mudo que les dotaba de un poder sobrehumano. Agazapados en la negrura de la noche, constituían un poder extraordinario de difícil combate; inaccesibles a un olvido redentor, quebrando así cualquier intento de liberación.  El amanecer pondría al descubierto todos los misterios ocultos del crepúsculo

—Y tú, ¿Dónde vives? —En Madrid. —¿Se puede? —Se puede a base de corazas. Esta pregunta redundante de personas que viven en otros lugares o provincias y quedan mudos de asombro cuándo vienen a Madrid. 📸 Faro de Moncloa Sabido es que en cualquier lugar se come, se pagan impuestos…etc…pero, ¡Madrid es Madrid! Aquí se paga hasta por el aire contaminado que respiramos. Evaluar en euros el tiempo perdido en gestiones diarias para las que hay que armarse de valor guerrero, no tiene precio; lo tiene, porque nada más caro que perder un espacio de tiempo precioso detrás de una ventanilla; da para una tesis y sobran horas —de espera—. En alguna ocasión me han preguntado —foráneos—  por qué vamos siempre corriendo; no sé si es muy acertado o no, mi opinión es, que nos hemos mimetizado con el ambiente esquizofrénico de la ciudad y hemos «desaprendido» que el sosiego y la tranquilidad sirven en ocasiones más que el vértigo de la carrera continua a la que nos sometemos diariamente.